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Si la poesía es promesa de conciliación entre un ritmo y un sentido, entre las palabras y lo real, cuando esto último deja de tener sentido también la crisis parece amenazar la certeza con la cual se suceden palabras, sílabas, frases. Sin embargo, Antonio Bux expone aquí al mismo tiempo su afirmación inclaudicable de una forma rítmica, por cierto que afectada de interrupciones súbitas, encabalgamientos, diversidad de tonos, para nada homogénea, y su crítica de un supuesto mundo real vacío, desertificado, devorado. Lo único que subsiste en lo real, el ser que habla, finalmente también será consumido. Pero aun en la desolación quedarán repicando los versos, el poema seguirá diciendo que algo llama. Al matadero en que se transforma inexorablemente el mundo de la vida se le opone un neologismo, un “llamadero”, sitio donde la poesía sigue hablándoles a otros, al generalizado “hombre comido” que tal vez leyendo y escribiendo la forma menos consumible del presente se acerque a un juicio sustentable, a una salvación de lo que hay, aunque sea por medio de una adicción a la droga más potente y que se toma en soledad, como decía Baudelaire, nosotros mismos. – Silvio Mattoni

EL HOMBRE COMIDO - ANTONIO BUX (POESÍA)

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Si la poesía es promesa de conciliación entre un ritmo y un sentido, entre las palabras y lo real, cuando esto último deja de tener sentido también la crisis parece amenazar la certeza con la cual se suceden palabras, sílabas, frases. Sin embargo, Antonio Bux expone aquí al mismo tiempo su afirmación inclaudicable de una forma rítmica, por cierto que afectada de interrupciones súbitas, encabalgamientos, diversidad de tonos, para nada homogénea, y su crítica de un supuesto mundo real vacío, desertificado, devorado. Lo único que subsiste en lo real, el ser que habla, finalmente también será consumido. Pero aun en la desolación quedarán repicando los versos, el poema seguirá diciendo que algo llama. Al matadero en que se transforma inexorablemente el mundo de la vida se le opone un neologismo, un “llamadero”, sitio donde la poesía sigue hablándoles a otros, al generalizado “hombre comido” que tal vez leyendo y escribiendo la forma menos consumible del presente se acerque a un juicio sustentable, a una salvación de lo que hay, aunque sea por medio de una adicción a la droga más potente y que se toma en soledad, como decía Baudelaire, nosotros mismos. – Silvio Mattoni